Rutas propias

Puedes elegir entre muchos caminos. De mañana, de tarde. Entre rutas lisas o empedradas, hacia arriba, no tan planas, otras más bien difíciles; también, tendrás en frente entre las más exigentes de tu historia y te sentirás temeroso de dar el paso.

Al tomarlo te encontrarás bajo el calor absoluto o abrigado por nada más que un frío extremo, tu mente y tu coraje. Nadie lo hará por ti, estarás solo sobre el camino aunque estés rodeado de muchos. De esos muchos, habrán tantos que te harán ir hacia arriba, te acompañarán y sumarán sus energías a tu esfuerzo. De esos muchos, algunos solo estarán para hacerte ruido, para tratar de frenar tu paso; aparecerán para criticar tu técnica, juzgar tu forma, entorpecer tu avance. Nada de eso debería importar porque siempre lo harán desde el borde del camino y no sudando sobre él. Solo habrá que dejar que eso te haga más fuerte mientras ellos son cada vez más vulnerables.

Los atajos son de cuidado, acercan pero enseñan poco; la comodidad genera hábito, es un jardín acolchado en el que no ha crecido nunca nada y el reto estará en el momento en que decidas levantarte para salir a superar tus marcas. Todos aman ir en crucero, es placentero pero peligroso, nunca te dará la misma satisfacción que tomar el sendero difícil, ese que quisieras abandonar varias veces durante el viaje, porque si no piensas en dejarlo todo al menos unas tres veces quizá no estás dejando más de lo que tienes en él.

Así en la ruta como en la vida, cada día es la oportunidad de elegir algún camino o decidir hacerse uno propio, aún cuando otros lo crean imposible. Ahí es cuando tienes que ir más alto, más lejos y más tranquilo porque solo tú sabes quién eres, de qué estás hecho y de lo que puedes alcanzar.

Una respuesta to “Rutas propias”

  1. Sebastian Says:

    bacano

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