Estilo libre

Tal vez sea como estar en una piscina de agua tibia.
No es necesario salir a respirar ni tampoco ir al baño porque puedes hacer pipí ahí mismo, inclusive, ni siquiera se es consciente de esta acción.
La música afuera del vientre materno para estimular al que está adentro debe ser igual  a ese sonido cuando estás bajo el agua: una vibración sórdida, un sonido en la distancia pero que sabes que está justo ahí a tu lado; suena vidrioso y grueso en los oídos, difícil de definir el ritmo e interpretar en la mente el origen; es una cosa amorfa que se intenta introducir por tus oídos pero que no es capaz de entrar.

Es particular estar en posición de salto «bomba» (esa en que tomas de la mano a dos o tres primitos de la mano, corres y saltas al agua mientras en el aire antes de caer se llevan las rodillas al pecho y se abrazan las piernas), decía que es particular estar en esta posición y no poder lanzarse al agua aunque es toda una suerte, porque en ese espacio tan reducido el golpe contra el piso sería inminente.
Es difícil comprender cómo es que existe la claustrofobia cuando te pasas 9 meses en un espacio que apenas te deja crecer; es claro que algo de esta debe sentirse porque aparecen signos de querer estar en libertad, de querer abandonar ese espacio claustrofóbico y es ahí cuando los pies son el arma para tratar de liberarse, siendo los golpes contra las paredes bien recibidos en el exterior e interpretados como pequeñas pataditas, cuando quizá sea la lucha por uno o dos centímetros redondos de libertad que termina en una frustración que nadie ve.

Las ecografías funcionan de la misma forma que cuando estamos frente al TV, vemos a alguien ahí adentro moviéndose pero no podemos hacer que nos vea ni nos escuche por más que brinquemos y hablemos como idiotas. Algunos con miedo escénico evitan la mano del médico e inclusive tapan sus partes nobles para evitar ser identificados.

Nada de qué preocuparse, no es necesario masticar y por tanto no hay que cuidar que la dentadura no se pierda; no hay que lidiar con la intolerancia a la lactosa, ni evitar comer a deshoras; los kilos de más son toda una ganancia y un orgullo. El tema de la temperatura del agua tampoco trasnocha, no hay que estar atinando a la apertura precisa de la llave del agua fría luego de haberse quemado toda la espalda probando con la caliente. Ahí adentro no hay prohibiciones, la palabra «no» ni siquiera entra por el umbilical y si entrara iría directamente al intestino grueso porque ningún nutriente obligaría su paso por el estómago.

Todo a pedir de ombligo y aún así somos inconformes, un día nos da por salir a respirar a la superficie y de ahí en adelante nos la pasamos haciendo pipí afuera y evitando las caries.

Mr.Oink

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